viernes, 25 de septiembre de 2020

Mientras no cambies, en serio, ni serás feliz, ni conseguirás la paz que ahora te falta.

 


La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis escuchado que os he dicho: Me voy y vuelvo a vosotros. Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré mucho con vosotros, pues viene el príncipe del mundo; contra mí no puede nada, pero el mundo debe conocer que amo al Padre y que obro tal como me ordenó. ¡Levantaos, vámonos de aquí! (Jn 14, 27-31)

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Jesús, me dejas tu paz. 
Mi paz os doy. ¿Cuál es esa paz? No os la doy como os la da el mundo. 
Jesús, tu paz no es la paz del mundo: no es ausencia de dolor, ausencia de sacrificio. 
¿ Qué es tu paz? Tu paz es plenitud de sentido en todo: alegrías, sufrimientos; 
es darse cuenta de que vale la pena cualquier esfuerzo si se hace por amor.
Tu paz consiste en buscar la felicidad en el amor, que es darse, y no en el egoísmo, que es buscarse a sí mismo.

No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Si pongo mi felicidad en amar a Dios, ¿qué me va a acobardar, qué me va a quitar la paz? Si me doy cuenta de que soy hijo de Dios, si pongo mi confianza en Él porque sé que me quiere y se preocupa de mí, ¿qué dificultad no podré superar?

Viene el príncipe del mundo; contra mí no puede nada. Jesús, quedan pocas horas para tu muerte, que es la hora del príncipe de este mundo, del demonio. Pero Tú eres más fuerte, y me vas a rescatar del poder del demonio precisamente con tu sacrificio en la Cruz. La victoria sobre el «príncipe de este mundo» se adquirió de una vez por todas en la Hora en que Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su vida(80).

Esto también es un motivo de paz: puedo superar todas las tentaciones del demonio con tu ayuda, con la ayuda de la gracia que me has ganado en la cruz y que recibo en los sacramentos; todo lo puedo, si me apoyo en la oración. Por eso, tu primer saludo después de la Resurrección vuelve a ser de paz: La paz sea con vosotros(81).

 ¡Cómo vas a salir de ese estado de tibieza, de lamentable languidez, si no pones los medios! Luchas muy poco y, cuando te esfuerzas, lo haces como por rabieta y con desazón, casi con deseo de que tus débiles esfuerzos no produzcan efecto, para así auto justificarte: para no exigirte y para que no te exijan más.

Estás cumpliendo tu voluntad; no la de Dios. Mientras no cambies, en serio, ni serás feliz, ni conseguirás la paz que ahora te falta.

Humíllate delante de Dios, y procura querer de veras(81).

Jesús, a veces quiero conseguir la paz a base de equilibrios: contentar un poco a todo el mundo, a Ti y a mis gustos. Pero ese equilibrio es inestable, y se acaba rompiendo una y otra vez: Tú me pides más, y yo no quiero lo suficiente como para dártelo; o, a la hora de hacer un propósito, se me olvida o no puedo. ¿Qué me pasa? Me pasa que estoy cumpliendo mi voluntad, no la de Dios.

Jesús, me pasa que lucho muy poco y acabo no haciendo tu voluntad sino la mía. Me doy cuenta de que esto me ocurre porque no te quiero de veras, porque me da miedo darme más, porque creo que si me olvido de mí –de mis comodidades y mis gustos, de mis inclinaciones, de mis necesidades, de mi tiempo– perderé la paz y la alegría. En el fondo, me falta fortaleza para exigirme y acabo justificándome con cualquier excusa.

Mientras no cambies, en serio, ni serás feliz, ni conseguirás la paz que ahora te falta. Jesús, Tú me has dado una paz distinta, una paz que no es como la da el mundo; una paz que requiere lucha, lucha contra uno mismo, esfuerzo, sacrificio. Pero esa paz y esa felicidad, son una paz y una felicidad mucho más profundas y estables, pues no se apoyan en las circunstancias externas siempre cambiantes, sino en hacer la voluntad de Dios, que es quien sabe lo que más me conviene en cada momento. Ayúdame a que también yo pueda decir: El mundo debe conocer que amo al Padre y que obro tal como me ordenó.

80 Catecismo, 2853.
81 Jn 20, 19.
82 Surco, 146.
Comentario por Pablo Cardona
Extraído de la colección:
"Una cita con Dios", Tomo IV, Pascua
encuentra.com

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Mamá... palabra tan pequeña y que encierra tantas cosas, 
tantos sentimientos, tantos recuerdos;
Mamá... palabra mágica que usada con desdén provoca dolor y furia;
Pero al pronunciarla con amor, nos cura de todo mal.
Palabra pequeña, palabra primera, y muchas veces, la ultima palabra.

De que se llena nuestro corazón al pensar en ella?
Por que se llenan nuestros ojos de lagrimas al recordarla?
Por que al caer gritamos su nombre?

Será por que recordamos su voz y sus dulces brazos al arrullarnos 
y consolarnos cuando éramos pequeños?
Será por que siempre estaba ahí para curarnos un raspón, 
para sobarnos una rodilla, para levantarnos cuando estábamos caídos?
Será por las noches de desvelo que paso a nuestro lado, por los aplausos 
que nos dio cuando bailábamos, por que reía con nuestros chistes sin gracia, 
por ser nuestra mejor audiencia?
Será por lo poco que necesita para vivir, un plato de sopa, una café caliente, 
un beso, un ¿te quiero?, ¿un perdón?
Será por que seguimos siendo en sus ojos de mirada tierna, sus niños de antaño?
Será por que aun hoy, buscamos su aprobación, esperamos oír sus palabras de aliento,
 y nos llena de tristeza su mirada crítica?
Será por todo esto, será por algo más.. 
lo cierto es que las mamás son regalos de Dios,
 son ángeles en la tierra, son seres de luz.
Mamá.... gracias.

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MI DECISIÓN
Todo está en silencio. Es temprano. Mi café está caliente. El cielo aún está negro. El mundo sigue durmiendo, el día se aproxima. En pocos momentos llegará el día. Se acercará rugiendo por la vía al levantarse el sol. La quietud de la madrugada, se tornará en el ruido del día. La calma de la soledad se reemplazará por el golpeteo rítmico del paso de la raza humana.

Al refugio de la temprana mañana, lo invadirán las decisiones que deban tomarse y las obligaciones que deban cumplirse. Durante las próximas doce horas quedaré expuesto a las exigencias del día. Ahora es el momento en que debo tomar una decisión.

Por causa del Calvario, tengo la libertad de decidir. Así que decido.

Elijo el amor... Ninguna ocasión justifica el odio; ninguna injusticia autoriza la amargura. Elijo el amor. Hoy amaré a Dios y lo que Dios ama. Elijo el gozo... Invitaré a mi Dios para ser el Dios de la circunstancia. Rehusaré la tentación de ser cínico... la herramienta del pensador perezoso.

Rehusaré considerar a las personas como menos que seres humanos, creados por Dios. Rehusaré ver en los problemas algo menos que una oportunidad dever a Dios. Elijo la paz... Viviré habiendo sido perdonado. Perdonaré para que pueda vivir. Elijo la paciencia... Pasaré por alto los inconvenientes del mundo. En lugar de maldecir al que ocupa el sitio que me corresponde, lo invitaré para que así lo haga en lugar de quejarme porque la espera es demasiado larga, agradeceré a Dios por un momento para orar. En lugar de cerrar mi puño ante nuevas tareas asignadas, las encararé con gozo y valor.

Elijo la amabilidad... seré amable con los pobres, pues están solos. Amable con los ricos, pues tienen temor. Y amable con los malvados, pues de tal manera me ha tratado Dios.

Elijo la bondad... Prefiero estar sin un peso, antes que aceptar uno de manera deshonesta. Prefiero ser ignorado antes que jactarme. Prefiero confesar antes que acusar.

Elijo la fidelidad... Hoy guardaré mis promesas. Mis acreedores no se lamentarán de su confianza. Mis asociados no cuestionarán mi palabra. Mis hijos nunca tendrán temor de que su padre no regrese a casa.

Elijo la mansedumbres Nada se gana por la fuerza. Elijo ser manso. Si levanto mi voz, que sólo sea en alabanza. Si cierro mi puño, que sólo sea en oración. Si hago exigencias, que sólo sean a mí mismo. Elijo el dominio propio... Soy un ser espiritual.

Luego de que haya muerto éste cuerpo, mi espíritu remontará vuelo. Me niego a permitir que lo que se va a podrir, gobierne lo eterno. Elijo el dominio propio, sólo me emborracharé de gozo. Sólo me apasionará mi Fe. Sólo Dios ejercerá influencia sobre mí.

Amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio. A éstos encomiendo mi día. Si tengo éxito daré gracias. Si fallo, buscaré su gracia.

Y luego cuando éste día haya acabado, pondré mi cabeza sobre la almohada y descansaré.

Autor: Max Lucado
Libro "Cuando Dios susurra tu nombre

Pilar Sordo nos enseña "Vinimos a estar tierra por tres razones: a aprender a amar lo que más podamos; a intentar dejar una huella para ser recordados por algo bueno cuando ya no estemos; y a ser felices, que no es un derecho, sino una obligación. Estas razones deberían ser el centro de nuestro agradecimiento diario."
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Te dejo este hermoso video para Mama.


Hoy 25 de Septiembre es el dia en Argentina de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolas
tengo lindos recuerdos de cuando visite el Santuario en San Nicolas de los Arroyos.
Hoy le rezo a Maria de San Nicolas para agradecer y pedir por todos nosotros.
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Mientras estamos en fase 3 aqui en Mar del Plata, no conviene salir de casa mucho, solo por alguna ocasión especial como compras urgentes etc. por ese motivo en este tiempo estoy en mi tallercito practicando con las maquinas que tengo, ya aprendi con los videos que te compartí desde aqui, a enhebrar correctamente la maquina, y a realizar la costura de unas telas con la recta.
a seguir practicando.!


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