Este Evangelio es para mi meditacion diaria, no corresponde a l de la fecha-
Jesús, el pobre padre te suplica: «Si algo puedes, ayúdanos.» A veces voy muy a la mía, cuando todo me va bien. Sólo a la hora de los problemas, cuando necesito ayuda, vengo a Ti: «si algo puedes», demuéstralo, resuélveme esta dificultad. «¡Si puedes…! ¡Todo es posible para el que cree!» Pero creer es algo más que pedir milagros a la desesperada: Tú no necesitas demostrar que eres Dios a cada momento, según me parezca a mí. La fe verdadera llena toda la vida y le da un sentido nuevo. Quiero tener una fe profunda y sólida que se traduzca en obras de caridad y de virtud. Sin embargo, a veces mi fe es débil y vacilante. Creo, pero… me cuesta. Jesús, ayúdame. «Creo, pero ayuda mi incredulidad». «Asegura Santa Teresa que "quien no hace oración no necesita demonio que le tiente; en tanto que, quien tiene tan sólo un cuarto de hora al día, necesariamente se salva"…, porque el diálogo con el Señor -amable, aun en los tiempos de aspereza o de sequedad del alma nos descubre el auténtico relieve y la justa dimensión de la vida. Sé alma de oración» (Forja.- 1003) «¿Por qué nosotros no hemos podido expulsarlo?;» te preguntan tus discípulos. ¿Por qué a veces no puedo superar las tentaciones del demonio? «Esta raza no puede ser expulsada por ningún medio, sino con la oración.» «Del mismo modo que Jesús ora al Padre y le da gracias antes de recibir sus dones, nos enseña esta audacia filial: "todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido". Tal es la fuerza de la oración, "todo es posible para el que cree"» (C. I. C.-2610). Jesús, todo lo que te pida con fe en la oración, si me conviene, me lo vas a conceder, especialmente mi propia salvación. Por el contrario, si no hago oración, ni siquiera necesito un demonio que me tiente. Porque sin oración, acabo pensando sólo en mí: en mis necesidades, caprichos y ambiciones. Y, por tanto, poco a poco me voy alejando de Ti. Sin darme cuenta, casi de manera natural, me hago dios de mí mismo, porque todo gira en torno a mí. Jesús, la oración es ese necesario ajuste de mi voluntad, que se convierte cada jornada y te pregunta de nuevo: ¿Qué quieres que haga? De este modo, quien tiene tan sólo un cuarto de hora al día, necesariamente se salva, porque está rectificando siempre el punto de mira y descubre el auténtico relieve y la justa dimensión de la vida. Ayúdame, Jesús, para que no deje de hacer ningún día un rato de oración personal, de tú a Tú. Haz que sea, de verdad, alma de oración. Esta meditación está tomada de: "Una cita con Dios" de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. PamplonaSitio www.encuentra.com |
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