HOY por primera vez despues de unos meses me he levantado sin dolores, y eso es una gracia bendita de Dios, al que Doy Gracias!!!!
He tenido dolores de huesos, no he podido dormir bien en muchas noches porque me faltaba el aire producto de la falta de hierro, me he acostado cansada y fatigada y me he levantado igual. He tenido pesadillas y angustias que han sido muy intensas de las cuales recuerdo que no me permitieron descansar como deberia.
Pero Hoy Lunes 16, me he levantado bien y con ganas de trabajar, rezar, colaborar, continuar con lo que depara la vida en adelante, y lo que es hermoso sin dolores!!!
Pero deseo de corazon en esta cuarentena obligada, meditar una palabra de Dios y comprender lo que Jesus nos vino a enseñar, por eso comparto esta Lectura y una meditacion hermosa muy emotiva que te digo te tocara el alma.
Este Lunes agradezco la Vida, la Salud, y el Amor y Misericordia de Dios que se derrama en todos cada dia, una vez mas.
Dios te Bendiga.
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
(Enseñada por la Ssma. Virgen al P. Gobbi)
Esta invocación conviene decirla muy frecuentemente, especialmente antes de hacer alguna actividad o de rezar:
“VEN ESPÍRITU SANTO. VEN POR MEDIO DE LA PODEROSA INTERCESIÓN DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA, TU AMADÍSIMA ESPOSA”
ORACIÓN DEL CARDENAL MERCIER
¡Oh, Espíritu Santo, alma de mi alma,
te adoro! Ilumíname,
guíame, fortaléceme,
consuélame;
dime qué debo hacer, dame tus órdenes;
te prometo someterme a todo lo que desees de mí
y aceptar todo lo que permitas que me suceda;
hazme tan solo conocer tu voluntad.
(Si esto hacéis, vuestra vida se deslizará feliz, serena y llena de consuelo, aun en medio de las penas, porque la gracia será en proporción a la prueba, dándonos la fuerza de sobrellevarla, y llegaréis así a la puerta del Paraíso cargados de méritos. Esta sumisión al Espíritu Santo es el secreto de la santidad y de la alegría de la vida.) #ten fe
«Jesús, dicho esto, elevó sus ojos al cielo y exclamó: Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique; ya que le diste poder sobre toda carne, que él dé vida eterna a todos los que Tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien Tú has enviado. Yo te he glorificado en la tierra: he terminado la obra que Tú me has encomendado que hiciera. Ahora, Padre, glorifícame Tú a tu lado con la gloria que tuve junto a Ti antes de que el mundo existiera. He manifestado tu nombre a los que me diste del mundo. Tuyos eran, me los confiaste y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me has dado proviene de Ti, porque las palabras que me diste se las he dado y ellos las han recibido y han conocido verdaderamente que yo salí de Ti, y han creído que Tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo sino por los que me has dado, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío, y he sido glorificado en ellos.» (Juan 17, 1-10).
(Si esto hacéis, vuestra vida se deslizará feliz, serena y llena de consuelo, aun en medio de las penas, porque la gracia será en proporción a la prueba, dándonos la fuerza de sobrellevarla, y llegaréis así a la puerta del Paraíso cargados de méritos. Esta sumisión al Espíritu Santo es el secreto de la santidad y de la alegría de la vida.) #ten fe
«Jesús, dicho esto, elevó sus ojos al cielo y exclamó: Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique; ya que le diste poder sobre toda carne, que él dé vida eterna a todos los que Tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien Tú has enviado. Yo te he glorificado en la tierra: he terminado la obra que Tú me has encomendado que hiciera. Ahora, Padre, glorifícame Tú a tu lado con la gloria que tuve junto a Ti antes de que el mundo existiera. He manifestado tu nombre a los que me diste del mundo. Tuyos eran, me los confiaste y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me has dado proviene de Ti, porque las palabras que me diste se las he dado y ellos las han recibido y han conocido verdaderamente que yo salí de Ti, y han creído que Tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo sino por los que me has dado, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío, y he sido glorificado en ellos.» (Juan 17, 1-10).
El cristiano que se deja mover por el espíritu de piedad entiende que nuestro Padre Dios quiere lo mejor para cada uno de sus hijos: Todo lo tiene dispuesto para nuestro mayor bien. Por eso la felicidad consiste en ir conociendo lo que Dios quiere de nosotros en cada momento de nuestra vida y llevarlo a cabo sin dilaciones ni retrasos. De esta confianza en la paternidad divina nace la serenidad y la alegría, porque sabemos que aun las cosas que parecían un mal irremediable contribuyen al bien de los que aman a Dios (Romanos 8, 28).
El don de piedad nos ayuda a ver a los demás hombres como hijos de Dios porque los ha redimido con la sangre de su Hijo derramada en la Cruz, a compadecernos de sus necesidades y a tratar de remediarlas, En ellos vemos al mismo Cristo, a quien rendimos esos servicios y ayuda. También la piedad hacia los demás nos lleva a tratarlos con benignidad, y nos dispone a perdonar con facilidad las posibles ofensas recibidas. El perdón generosos e incondicional es un buen distintivo de los hijos de Dios.
El don de piedad nos ayuda a ver a los demás hombres como hijos de Dios porque los ha redimido con la sangre de su Hijo derramada en la Cruz, a compadecernos de sus necesidades y a tratar de remediarlas, En ellos vemos al mismo Cristo, a quien rendimos esos servicios y ayuda. También la piedad hacia los demás nos lleva a tratarlos con benignidad, y nos dispone a perdonar con facilidad las posibles ofensas recibidas. El perdón generosos e incondicional es un buen distintivo de los hijos de Dios.
Jesús, en el momento difícil, cuando es la hora de la tentación, me recuerdas: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien Tú has enviado.»
Me animas a que piense en el premio: conocerte a Ti -Dios verdadero- cara a cara; vivir en Ti, en tu amor, donde todo es donación: «todo lo mío es tuyo, y lo tuyo es mío.»
En esta vida experimentamos un goce muy limitado, porque lo espiritual en nosotros -conocimiento y amor- está supeditado a la limitación material de los sentidos.
Pero en la vida eterna, nuestro cuerpo ya no estará compuesto de una materia limitada y burda, porque será un cuerpo glorioso, y por eso nuestro goce -espiritual y corporal- alcanzará una intensidad indefinida.
Vale la pena trabajar por ese Descanso, y sufrir por esa Satisfacción que sacia sin saciar
.
Me animas a que piense en el premio: conocerte a Ti -Dios verdadero- cara a cara; vivir en Ti, en tu amor, donde todo es donación: «todo lo mío es tuyo, y lo tuyo es mío.»
En esta vida experimentamos un goce muy limitado, porque lo espiritual en nosotros -conocimiento y amor- está supeditado a la limitación material de los sentidos.
Pero en la vida eterna, nuestro cuerpo ya no estará compuesto de una materia limitada y burda, porque será un cuerpo glorioso, y por eso nuestro goce -espiritual y corporal- alcanzará una intensidad indefinida.
Vale la pena trabajar por ese Descanso, y sufrir por esa Satisfacción que sacia sin saciar
Una Meditacion personal mia
Con esta nueva enfermedad que nos acecha a todos por igual y que no discrimina, estemos atentos a la escucha de nuestros mas cercanos, oremos desde nuestro lugar como se pueda, y que la angustia por la impotencia de no poder hacer algo contra las circunstancias que vemos que nos rodea, no sea una barrera si no mas bien un aliciente para continuar, para crecer en el Espiritu, para fomentar el Amor entre nosotros aun mas, cuidarnos entre todos.
Desde aqui estaremos unidos en oracion y meditacion.
Te envio la Luz de Cristo y el Amor insondable de Su Infinita Misericordia.
Una Historia que me emociona mucho, la comparto
Hace veinte años, yo manejaba un taxi para vivir. Lo hacía en el turno de la noche y mi taxi se convirtió en un confesionario móvil. Los pasajeros se subían, se sentaban atrás de mí en total anonimato, y me contaban acerca de sus vidas. Encontré personas cuyas vidas me asombraban, me ennoblecían, me hacían reír y me deprimían. Pero ninguna me conmovió tanto como la mujer que recogí en una noche de agosto.
Respondí a una llamada de unos pequeños edificios en una tranquila parte de la ciudad. Asumí que recogería a algunos saliendo de una fiesta o un trabajador que tenía que llegar temprano a una fábrica de la zona industrial de la ciudad. Cuando llegué a las 2:30 am el edificio estaba oscuro excepto por una luz en la ventana del primer piso. Aunque la situación se veía peligrosa, yo siempre iba hacia la puerta. Este pasajero debe ser alguien que necesita de mi ayuda, razoné para mí.
Por lo tanto caminé hacia la puerta y toqué... "un minuto" respondió una frágil voz. Pude escuchar que algo era arrastrado a través del piso, después de una larga pausa, la puerta se abrió.
Una pequeña mujer de unos ochenta años se paró enfrente de mí. Ella llevaba puesto un vestido floreado, y un sombrero con un velo, como alguien de una película de los años 40's. A su lado una pequeña maleta de nylon. El departamento se veía como si nadie hubiera vivido ahí durante muchos años. Todos los muebles estaban cubiertos con sábanas, no había relojes en las paredes, ninguna baratija o utensilio. En la esquina estaba una caja de cartón llena de fotos y una vajilla de cristal. La señora repetía su agradecimiento por mi gentileza.
- "No es nada", le dije. "Yo sólo intento tratar a mis pasajeros de la forma que me gustaría que mi mamá fuera tratada".
- "Oh, estoy segura de que es un buen hijo", dijo ella. Cuando llegamos al taxi me dio una dirección, entonces preguntó: - "¿Podría manejar a través del centro?".
- "Ese no es el camino corto", le respondí rápidamente.
- "Oh, no importa", dijo ella, "No tengo prisa, estoy camino del asilo". La miré por el espejo retrovisor, sus ojos estaban llorosos.
- "No tengo familia"- ella continuó, "el doctor dice que no me queda mucho tiempo". Tranquilamente estiré mi brazo y apagué el taxímetro.
- "¿Qué ruta le gustaría que tomara?", le pregunté. Por las siguientes dos horas manejé a través de la ciudad. Ella me enseñó el edificio donde había trabajado como operadora de elevadores. Manejé hacia el vecindario donde ella y su esposo habían vivido cuando ellos eran recién casados. Ella me pidió que nos detuviéramos enfrente de un almacén de muebles donde una vez hubo un salón de baile, al que ella iba a bailar cuando era joven. Algunas veces me pedía que pasara lentamente enfrente de un edificio en particular o una esquina y veía
en la oscuridad, y no decía nada. Con el primer rayo de sol apareciéndose en el horizonte, ella repentinamente dijo:
- "Estoy cansada, vámonos ahora".
Manejé en silencio hacia la dirección que ella me había dado. Era un edificio bajo, como una pequeña casa de convalecencia, con un camino para autos que pasaba bajo un pórtico.
Dos asistentes vinieron hacia el taxi tan pronto como pudieron. Ellos debían haber estado esperándola. Yo abrí la cajuela y dejé la pequeña maleta en la puerta. La mujer estaba lista para sentarse en una silla de ruedas.
- "¿Cuánto le debo?", ella preguntó, buscando en su bolsa.
- "Nada", le dije.
- "Tienes que vivir de algo", ella respondió.
- "Habrá otros pasajeros", yo respondí. Casi sin pensarlo, me agaché y la abracé. Ella me sostuvo con fuerza, y dijo:
- "¡¡¡Necesitaba un abrazo!!!"
Apreté su mano, entonces caminé hacia la luz de la mañana. Atrás de mí una puerta se cerró, fue un sonido de una vida concluida. No recogí a ningún pasajero en ese turno, manejé sin rumbo por el resto del día. No podía hablar, ¿Qué habría pasado si a la mujer la hubiese recogido un conductor malhumorado o alguno que estuviera impaciente por terminar su turno?, ¿Qué habría pasado si me hubiera rehusado a tomar la llamada, o hubiera tocado el claxon una vez, y me hubiera ido? .
En una vista rápida, no creo que haya hecho algo más importante en mi vida. Estamos condicionados a pensar que nuestras vidas están llenas de grandes momentos, pero los grandes momentos son los que nos atrapan bellamente desprevenidos, en los que otras personas pensarán que sólo son pequeños momentos. La gente tal vez no recuerde exactamente lo que tu hiciste o lo que tú dijiste... pero siempre recordarán cómo los hiciste sentir.
LA Bioguia Hermoso y Util
“La penitencia, solo mata lo que tiene que matar."
Mi bello dia te regalo....
Una Historia que me emociona mucho, la comparto
Hace veinte años, yo manejaba un taxi para vivir. Lo hacía en el turno de la noche y mi taxi se convirtió en un confesionario móvil. Los pasajeros se subían, se sentaban atrás de mí en total anonimato, y me contaban acerca de sus vidas. Encontré personas cuyas vidas me asombraban, me ennoblecían, me hacían reír y me deprimían. Pero ninguna me conmovió tanto como la mujer que recogí en una noche de agosto.
Respondí a una llamada de unos pequeños edificios en una tranquila parte de la ciudad. Asumí que recogería a algunos saliendo de una fiesta o un trabajador que tenía que llegar temprano a una fábrica de la zona industrial de la ciudad. Cuando llegué a las 2:30 am el edificio estaba oscuro excepto por una luz en la ventana del primer piso. Aunque la situación se veía peligrosa, yo siempre iba hacia la puerta. Este pasajero debe ser alguien que necesita de mi ayuda, razoné para mí.
Por lo tanto caminé hacia la puerta y toqué... "un minuto" respondió una frágil voz. Pude escuchar que algo era arrastrado a través del piso, después de una larga pausa, la puerta se abrió.
Una pequeña mujer de unos ochenta años se paró enfrente de mí. Ella llevaba puesto un vestido floreado, y un sombrero con un velo, como alguien de una película de los años 40's. A su lado una pequeña maleta de nylon. El departamento se veía como si nadie hubiera vivido ahí durante muchos años. Todos los muebles estaban cubiertos con sábanas, no había relojes en las paredes, ninguna baratija o utensilio. En la esquina estaba una caja de cartón llena de fotos y una vajilla de cristal. La señora repetía su agradecimiento por mi gentileza.
- "No es nada", le dije. "Yo sólo intento tratar a mis pasajeros de la forma que me gustaría que mi mamá fuera tratada".
- "Oh, estoy segura de que es un buen hijo", dijo ella. Cuando llegamos al taxi me dio una dirección, entonces preguntó: - "¿Podría manejar a través del centro?".
- "Ese no es el camino corto", le respondí rápidamente.
- "Oh, no importa", dijo ella, "No tengo prisa, estoy camino del asilo". La miré por el espejo retrovisor, sus ojos estaban llorosos.
- "No tengo familia"- ella continuó, "el doctor dice que no me queda mucho tiempo". Tranquilamente estiré mi brazo y apagué el taxímetro.
- "¿Qué ruta le gustaría que tomara?", le pregunté. Por las siguientes dos horas manejé a través de la ciudad. Ella me enseñó el edificio donde había trabajado como operadora de elevadores. Manejé hacia el vecindario donde ella y su esposo habían vivido cuando ellos eran recién casados. Ella me pidió que nos detuviéramos enfrente de un almacén de muebles donde una vez hubo un salón de baile, al que ella iba a bailar cuando era joven. Algunas veces me pedía que pasara lentamente enfrente de un edificio en particular o una esquina y veía
en la oscuridad, y no decía nada. Con el primer rayo de sol apareciéndose en el horizonte, ella repentinamente dijo:
- "Estoy cansada, vámonos ahora".
Manejé en silencio hacia la dirección que ella me había dado. Era un edificio bajo, como una pequeña casa de convalecencia, con un camino para autos que pasaba bajo un pórtico.
Dos asistentes vinieron hacia el taxi tan pronto como pudieron. Ellos debían haber estado esperándola. Yo abrí la cajuela y dejé la pequeña maleta en la puerta. La mujer estaba lista para sentarse en una silla de ruedas.
- "¿Cuánto le debo?", ella preguntó, buscando en su bolsa.
- "Nada", le dije.
- "Tienes que vivir de algo", ella respondió.
- "Habrá otros pasajeros", yo respondí. Casi sin pensarlo, me agaché y la abracé. Ella me sostuvo con fuerza, y dijo:
- "¡¡¡Necesitaba un abrazo!!!"
Apreté su mano, entonces caminé hacia la luz de la mañana. Atrás de mí una puerta se cerró, fue un sonido de una vida concluida. No recogí a ningún pasajero en ese turno, manejé sin rumbo por el resto del día. No podía hablar, ¿Qué habría pasado si a la mujer la hubiese recogido un conductor malhumorado o alguno que estuviera impaciente por terminar su turno?, ¿Qué habría pasado si me hubiera rehusado a tomar la llamada, o hubiera tocado el claxon una vez, y me hubiera ido? .
En una vista rápida, no creo que haya hecho algo más importante en mi vida. Estamos condicionados a pensar que nuestras vidas están llenas de grandes momentos, pero los grandes momentos son los que nos atrapan bellamente desprevenidos, en los que otras personas pensarán que sólo son pequeños momentos. La gente tal vez no recuerde exactamente lo que tu hiciste o lo que tú dijiste... pero siempre recordarán cómo los hiciste sentir.
LA Bioguia Hermoso y Util
“La penitencia, solo mata lo que tiene que matar."
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